"Nací en un país pero encontré mi vida en otro. Más tarde volvió a ocurrir, renací en la madurez a través de otro país. Desde la primera vez que pisé Perú supe que este país formaría parte de algún modo de mi destino.

Encontré muchos maestros humanos que hicieron posible esa vida. Ellos fueron para mí el Pueblo de la Anaconda. Y conocí a muchos maestros vegetales. Fue un poco como entrar en una máquina del tiempo que te devuelve a una época de maravillas, un lugar en el que siempre debí haber estado, y tal vez estuve, sin saberlo. Estando en un tambo con un mero techo, sin paredes y con una mosquitera sobre la cama y la hamaca, me sentí como en casa.

El viento del destino barrió mi vida muchas veces y se me concedió una visión de la ventana del futuro, el mundo del espíritu que estaba justo más allá de mi alcance, y un viaje de sanación como ningún otro.

Volviendo al bosque, el sonido de los monos y los pájaros a mi alrededor, me recuerda la posibilidad de encontrar este espacio dentro de mí, cuando realizo mi trabajo chamánico, llevando a otros a este bosque del alma. Tengo un profundo sentimiento de gratitud por encontrar este camino dentro de mí y convertirlo en el propósito de mi vida, al descubrir lugares prístinos de mí misma, territorios y posibilidades por descubrir, mapas inexplorados del alma en la humanidad.

Las aguas marrón oscuro de la selva cobran vida con los icaros de la Anaconda, Yacumama, Ronin ewe, desafiándonos a convertirnos en mejores seres humanos.

El Amazonas transformó mi vida, por dentro y por fuera. He aprendido a operar en distintos niveles de realidad. Es un reto, pero también el viaje que anhelo con todo mi corazón, al tiempo que cuido de mi querida familia. He evolucionado para trabajar con los cuatro elementos y el reino animal a través de iniciaciones posteriores en los Andes.

Las cosas más sencillas son también las más difíciles en los tiempos difíciles que vivimos.

Gracias Madre, Gracias Padre, Gracias Ancestritos".

Sankan Usna